Oscar y la Radiónica

En vez de sentirte culpable, sé responsable y entiende cuándo realmente tú has hecho lo correcto o no.

Si obraste bien, acéptalo y si es al contrario, acepta igualmente reparando de una u otra forma el error cometido para equilibrar la balanza.

Perdónate a ti mismo/a, es la única solución para librarte de la culpa.

Si te levantas por la mañana con pereza y malhumorado/a, es fácil que todo el día arrastres eso mismo, mal humor y desgana. 

Vencer la pereza es vencer la comodidad.

La timidez es desear ponerte un antifaz que te permita esconderte para no mostrar cómo eres. 

Es un miedo irracional que te frena socialmente a exponerte al público por temor a ser rechazado/a, humillado/a o no aceptado/a.

La timidez está relacionada con tu preocupación por lo que opinen de ti los demás.

Controla tus cambios de humor conociéndote a fondo a través de un trabajo interior relajado, siendo consciente de tus altibajos emocionales y sus motivos, para poder enfrentarlos y transformarlos en armonía.

Refuerza tu autoestima con positividad y no te tomes las cosas demasiado en serio.

Aprende a reírte de ti mismo/a.

Relaciónate y comunica tus estados emocionales a personas que te apoyan y quieren.

Haz uso del pensamiento positivo y desconecta de los problemas a menudo.

Acude a un especialista de confianza si es necesario.

Con la desesperación no hay término medio, lo ves todo negro, todo feo, todo mal. No existe atisbo de luz en ese abismo donde te hundes, unas tierras movedizas de miedo, dolor y tristeza. Lo primero que necesitas hacer, es pedir ayuda, alguien de confianza que te ayude a salir a flote. Pide ayuda y sal, en la medida de lo posible, de tu tormenta interna, ve sacando tus preocupaciones con ayuda de un profesional de la psicología si es preciso. Es muy importante que pongas de tu parte y también que te des cuenta de que la desesperación es un estado mental pasajero, no es eterno ni mucho menos, nada de eso.