VISITA A AZUEBAR (CASTELLÓN)
Llevaba un montón de días en casa con el confinamiento, y además anularon todas las ferias más importantes.
Me estaba dando cuenta que cuando menos actividad realizas, más te cuesta arrancar.
Pero por suerte tuve un encargo en Azuebar, el pueblo que viví de pequeño, y pensé que sería buena idea además de llevar el encargo, hacer el mercadillo de los lunes.
Pensado y hecho, cogí las cosas, las botellitas de los aceites esenciales y para allí.
Durante varias décadas había estado pocas veces y siempre que voy me evocan recuerdos de la niñez.
Nada más llegar, pregunté a la primera persona que vi, sobre la ubicación del mercadillo y de paso le di alguna explicación de mi vinculación con Azuebar, que por cierto son personas muy acogedoras.
Y mi sorpresa fue cuando me dijo que la casa alquilada donde vivían mis padres era suya, y que la alquiló a mi familia por esa época.
Sensaciones poderosas.
Visitando las calles se nota el progreso, arregladas las casas, y han hecho un polideportivo con piscina excelente rodeado por las vistas de las montañas y un castillo que a duras penas aguanta el paso del tiempo.
Llevé las cremas de Rosa de Bulgaria a Mario a su panadería, que está pegada a la casa que vivíamos y me dirigí a montar mi puesto.
Todo muy agradable, y se nota la llegada de valencianos que por estas fechas ya llegan al pueblo que se llena de veraneantes hasta septiembre.
Aquí da gusto explicar el uso de los aceites esenciales porque hay gente que los adora y eso siempre me gratifica muchísimo.
Sobre todo, el árbol del té, incluso una chica me explicó cómo se sanó la inflamación de un dedo del pie con la anterior botellita que me compró.
Un saludo,
Alfredo
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Descargo de responsabilidad: Esta información solo tiene el propósito de educar. Este post, no tiene la intención de curar, tratar, diagnosticar o prevenir enfermedades o heridas, deberá, ante todo, consultar a su médico.