SORPRESA ANIMAL
Me encontraba plácidamente descansando en el sofá de mi casa cuando sonó el portero automático.
Una voz entusiasta y alegre se oyó: soy Laia, vengo con alguien más. Le dí al botón y se abrió la puerta, como es el primer piso no cogió el ascensor.
Me dí cuenta que los pasos humanos se dejaban oír solapados por algún otro sonido, que afinando un poco más diría que es de un perro.
Efectivamente, no me equivoqué, era un perro, bueno, más bien perrito, pues tendría pocos meses de vida.
Me contó la historia perruna del animalito, con ánimo de contagiarme de cierta empatía con el perrito.
Y para sorpresa mía que lo logró, aunque lo más parecido a una mascota que he tenido, fue, cuando niño, un pececito que no salía de la pecera, solo cambiaba el agua de vez en cuando y echaba una pequeña cucharadita de comida.
Pero este perrito necesitaba cuidados intensivos de comida, de limpieza, de todo.
Eso si, era y digo era, porque se perdió, lo más cariñoso que he visto en mi vida.
Cuando te veía, no paraba de dar saltos de más de un metro de altura.
Yo siempre tenía la duda de cual era la vida adecuada para él, si estar aquí en casa o ser libre y andar por donde quisiera.
Aunque un día, en el parque, se perdió y solito volvió a casa, me dio mucha alegría.
Pero en otra ocasión salimos a andar por el bosque, iba suelto por el camino, siempre muy curioso con todo.
En esto, que se acercaban ciclistas equipados hasta las trancas con toda la parafernalia moderna de este deporte de moda, el animal se asustó y echó a correr, ya no lo volví a ver más.
Se perdió entre los pinos y el romero: https://bit.ly/2yEL1a0
Un saludo,
Alfredo
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Descargo de responsabilidad: Esta información solo tiene el propósito de educar. Este post, no tiene la intención de curar, tratar, diagnosticar o prevenir enfermedades o heridas, deberá, ante todo, consultar a su médico.